El fuego, al igual que la sangre y el agua, ha formado parte importante de la historia humana, se le ha visto como un elemento propio de los dioses y también ha sido un elemento importante en los rituales religiosos de la mayoría de las civilizaciones antiguas. La estrecha relación del fuego con el ser humano no es gratuita, el fuego ha jugado un rol imprescindible en el desarrollo de la humanidad; se puede afirmar que de hecho, el uso del pulgar oponible y el control del fuego —en primer lugar como método de cocción de los alimentos y para mantenerse calientes—, son los dos eventos que sentaron la pauta para que la evolución del ser humano fuera posible.
De esta manera, que el hombre aprendiera a controlar el fuego originó el carácter sagrado del fuego, en primera instancia era importante mantenerlo encendido (tarea fácil para el hombre primitivo); esto, a su vez originó los primeros cultos en torno a este elemento, por ejemplo, los romanos formaron la orden sacerdotal de las vestales integrada por mujeres vírgenes encargadas de mantener vivo el fuego de Vesta, diosa del fuego y la chimenea familiar, es decir, que el fuego se convirtió también un elemento unificador de la familia.
Pero además de ser un elemento relacionado con la familia, el fuego al proporcionar calor y resguardo pronto comenzó a ser relacionado también con el Sol, lo que a su vez dio origen a los primeros cultos en torno a este astro. Diferentes civilizaciones alrededor del mundo, su principal deidad era la encarnación misma del Sol, y por ende, del fuego: en Egipto, Ra, el dios solar dador de vida, responsable de la muerte y la resurrección; en el México prehispánico, Tezcatlipoca, dios azteca del sol y hacedor de todas las cosas, etc.
Algunas otras culturas, creían que el fuego era un espíritu que necesitaba mantenerse y alimentarse, y la manera de hacerlo era a través de los sacrificios humanos, que más tarde y con la llegada de las “religiones monoteístas,”: especialmente el cristianismo, se convertirían en prácticas satanizadas.
En este mismo orden de ideas, tampoco es gratuito que el catolicismo, que es la religión por antonomasia en el mundo, también comenzara a relacionar al fuego con la divinidad, de hecho, en la Biblia existen más de 500 referencias en torno al fuego, de las cuales 90 se relacionan directamente con Dios. Asimismo, el fuego además de divino, también tuvo un poder purificador, por lo cual no es extraño que en algún momento el fuego comenzó a relacionarse con las fuerzas del mal y, específicamente con el infierno.
El fuego fue pues, para algunos, fuerza destructiva y maligna, mientras que para otros era ante todo un elemento dador de vida y renovación. En la Grecia clásica, el filósofo Heráclito decía que el fuego estaba relacionado con los dioses y con el orden del universo; asimismo, en la mitología griega Prometeo robó el fuego a los dioses para obsequiarlo a los humanos, quienes se habían visto privados de este elemento como castigo impuesto por Zeus (el principal dios del panteón griego) cuando fue engañado por Prometeo.
El fuego también cobró gran importancia con la llegada de la alquimia, donde fue vista como símbolo de vida, de energía y de movimiento. Durante el magisterio, pasos alquímicos para lograr la Gran obra (obtención de la piedra filosofal), el primer proceso, conocido como primera obra, consistía precisamente en encender el fuego secreto cuya principal característica era vivificar todo el proceso alquímico. El fuego era pues, un elemento indispensable para lograr la transmutación de los metales en oro. Además la alquimia consideraba a la salamandra como el espíritu del fuego pues se creía que ésta nacía, vivía y se alimentaba de éste.
Otra figura mítica fuertemente relacionada con el fuego era el Ave Fénix a la que se le confería gran poder al ser capaz de renacer de sus propias cenizas, para muchas civilizaciones simbolizaba el fuego y la vida y la muerte.
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